Solemos oir a muchos educadores aquello de que "se ha perdido la cultura del esfuerzo" pero pocos nos dicen el por qué. Entre los motivos más explorados está la sobreprotección de los padres. ¿Pero en qué consiste exactamente?
Como padres, cuando un hijo tiene una dificultad, tenemos un abanico de alternativas que van desde solucionar nosotros mismos sus problemas hasta pasar totalmente de ellos. Si nos acercamos más a la primera postura, en lugar de dejar que nos niños se equivoquen y hagan las cosas por sí solos a pesar de la dificultad, estaremos dejando que el niño interiorice su incapacidad y su falta de autonomía y no estaremos enseñándole que lo que queremos cuesta.
Algunas teorías psicológicas proponen que la sobreprotección es una forma de llenar un vacío: los padres no se atreven a "cortar el hilo" que los une a ellos y por eso siguen forzando una relación de dependencia que en nada ayuda a la educación de los hijos.
No solo no es imposible evitarle los males y el dolor a un niño, sino que es perjudicial para su educación y su necesaria emancipación. Las conductas de los niños sobreprotegidos pueden ser distintas según cada niño, pero hay dos tipos muy claros:
- El niño inseguro que apenas se atreve a dar un paso o decir algo sin permiso porque sus padres apenas confían en su autonomía y se lo hacen todo.
- El prepotente que se cree más que sus compañeros y que incluso se atreve a dar órdenes a los adultos porque en casa se le consiente todo.
Las consecuencias de consentirles todo
El primer tipo de personas, cuando lleguen a la adolescencia y a la vida adulta se sentirán permanentemente inseguros e incapaces de relacionarse con autenticidad con los demás. Apenas confían en sus capacidades y, por ello, les cuesta esforzarse por conseguir sus objetivos porque no han interiorizado que a veces cuesta conseguir lo que uno desea. Déjales cometer errores, dales la oportunidad de afrontar pequeños desafíos diariamente, como hacer las tareas domésticas o aprender habilidades y deportes.
Igualmente, los niños que han sido consentidos y a quienes se les permitió dar órdenes a sus padres ven acentuada esta faceta cuando son adolescentes y por eso pueden tener actitudes desafiantes hacia la autoridad. Esto puede derivar enconductas agresivas y en faltas de respeto a adultos, ya que estos niños apenas han descubierto lo que son los límites.
Fuente: Sanny Montes
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