lunes, 2 de enero de 2012

Cinco libros gordos para leer en una terminal

Cinco libros gordos para leer en una terminal:


El creciente deterioro de calidad en los vuelos internacionales también tiene su reflejo en que cada vez es más frecuente vernos obligados a hacer larguísimas escalas para alcanzar nuestro destino final. No hace mucho, quien esto escribe hubo de pernoctar sobre la moqueta del Charles de Gaulle, en Paris, para llegar al día siguiente a Edimburgo, que en realidad no dista más de tres horas y media de Madrid. Y a la vuelta me tocó dormir en el Schipol de Amsterdam. Allí tuve que buscar acomodo (sin hallarlo) bajo las mesas de una cafetería cerrada.


Las áreas de descanso para desgraciados como yo, que se ven obligados a dormir en aeropuertos, están diseñadas y concebidas por el enemigo. Y aquí es donde un buen libro gordo puede salvarnos la vida. Vayan mis cinco recomendaciones para estas y otras semejantes situaciones. Palabra de experto.



1.- Anna Karénina, Lev Tolstói. (Cátedra, 1000 pags.). Las aventuras (es un decir) de la alta aristocracia rusa de finales del XIX. Lo más interesante es deducir lo que pasaba por la cabeza de Tolstoi y cómo se las apañaba para describir con minuciosidad a gentes como Lievin, Vronski, Stepán Arkádich, el caviar, el champagne, el afrancesamiento de una sociedad decadente a punto de estallar… y sobre todo los celos y las convenciones. Solo para espíritus muy reposados, pues se requiere paciencia. Para los amantes de otro tipo de literatura rusa más visceral es preferible cualquier mazacote de Dostoyevski.



2.- 1001 películas que hay que ver antes de morir, Steven Jay Schneider (Grijalbo, 959 pags.) Tocho muy entretenido con reseñas cinematográficas para todos los gustos. Ideal para personas con déficit de atención. En los aeropuertos es fácil distraerse y este libraco permite abrir sus páginas por cualquier lugar y degustar un puñado de reseñas, como si fueran aperitivos. Lo mejor es que viene con cientos de ilustraciones a todo color. Lo peor es su peso.



3.-La montaña mágica, Thomas Mann (Edhasa, Colección Diamante, 1052 pags.) Las aventuras de Hans Castorp y su tuberculosis en un apacible balneario que puede ser Davos u otro parecido. Es como Harry Potter, pero sin magia y con literatura. No apta para aprensivos, ni para gente que tose por las mañanas, pero suculenta para personas que saben envejecer (o que esperan saber hacerlo en el futuro).



4.-Memorias, Albert Speer (Acantilado, 932 pags). Albert Speer era el arquitecto oficial del Führer, y asistió en primera persona a ese fascinante y trágico momento histórico. Escribe con calma y con distanciamiento o fingida ignorancia de los crímenes que se cometían a su alrededor. El libro es hipnótico, y la atmósfera de la intimidad de Hitler da mucho que pensar. Evitar su lectura en el hub internacional de Frankfurt. En Alemania es delito poseer casi cualquier cosa relacionada con el III Reich.



5.- El quinto día, Franz Schäzting (Planeta Booket, 1176 pags.) Techno thriller que engancha desde la portada. No pasará a la historia de la literatura, pero para los amantes del género apocalíptico y con un toque científico nada desdeñable (el autor es biólogo marino) es una verdadera gozada. Unos misteriosos gusanos submarinos comienzan a corroer el fondo del mar en coordinación con otras especies. Una pareja de investigadores descubren lo que ya anuncia el eslógan: “Los océanos se rebelan contra la especie más peligrosa de la Tierra: el hombre”. Ideal para escalas en aeropuertos “offshore”.


Alternativas: En busca del tiempo perdido (Marcel Proust), La regenta (Leopoldo Alas Clarín) y Páginas Amarillas (Telefónica).


Si alguna vez dudaron de las ventajas del libro electrónico sobre el de papel, simplemente utilicen una báscula para comparar el peso de los tomos aquí recomendados y un Kindle ® (de nada, Jeff Bezos).



Antonio Dyaz es director de cine


Foto portada: Slightly Everything bajo lic CC.


Fotos: Thomas Mann Wikimedia Commons, Life Magazine.


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